Descripción
Hay una razón poderosa que puede empujarnos a iniciar la tarea de restaurar el amor hacia nuestros padres: sólo lograremos amarnos a nosotros mismos cuando los amamos y honramos a ellos. En lo más profundo de cada uno de nosotros, por muy graves que fueran las heridas, los hijos siguen siendo leales a sus padres e inevitablemente los toman como modelos y los interiorizan dentro de sí. De algún modo, conectan con una fuerza que los hace ser como ellos. Por eso, cuando son capaces de amarlos, honrarlos, dignificarlos y respetarlos, entonces pueden hacer lo mismo con ellos mismos y ser libres. Es muy sencillo: nos encadena lo que rechazamos y sólo lo que amamos nos hace libres.
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