Descripción
La gestión de las emociones está impregnada de la propia educación paterna, que estigmatizará de algún modo sus esfuerzos educativos.
Es por ello que debemos ser conscientes de nuestro pasado, de la educación recibida y del lastre inevitable que esta ha supuesto en nuestra adultez. Los padres deberían hacer hincapié en aportar a sus hijos una cierta educación emocional para que estos sean capaces de reconocer y nombrar sus emociones. Es fundamental para que los niños aprendan a tener los medios necesarios para actuar al respecto, desarrollando la suficiente empatia para saber identificar el «no verbal» de la otra persona, analizar lo que produce tensión, enfado, etc.
Necesitamos reducir la ansiedad del niño, y también la de sus padres, desculpabilizando a ambos y reequilibrando individualmente a cada uno de ellos. Como apunta Antonio Damasio, entender la biología ele las emociones es fundamental para conseguir una sociedad mejor.
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