Descripción
La existencia del tarot se remonta a hace miles de años, desde el Antiguo Egipto o, tal vez, incluso antes. No obstante, su primer uso conocido data de la Edad Media: en aquellos tiempos turbulentos, sus imágenes se utilizaron a modo de códigos para transmitir las enseñanzas de las Escuelas de Misterio Medievales.
Con el tiempo, el tarot ha sido utilizado de muchas formas: como herramienta para predecir el futuro, como un divertido juego de salón, con una forma de buscar información «oculta» sobre diferentes situaciones, etc.
Algunos dicen que el número de cartas se usa en el número de pasos que dio el pequeño Siddhartha —quien más tarde se convertiría en Gautama el Buda— en el momento de su nacimiento. Dice la leyenda que fueron siete pasos hacia adelante y otros siete hacia atrás, siguiendo cada vez la dirección de cada uno de los cuatro puntos cardinales; y esto se convirtió en el modelo para las «cartas menores» del tarot.
Además de estas 56 cartas de los llamados Arcanos Menores, el tarot tiene otras 22 adicionales (los Arcanos Mayores) que proporcionan una descripción completa del viaje espiritual del ser humano. Desde el primer paso inocente del El Loco a la culminación de la travesía representada por la carta Conclusión, en los Arcanos Mayores descubrimos imágenes arquetípicas que nos conectan a todos como seres humanos. Ellas nos describen un camino de autodescubrimiento que es absolutamente único para cada individuo, si bien las verdades profundas que deben descubrirse son las mismas, independientemente de raza, género, clase o religión.
En la baraja del tarot tradicional, este viaje de autodescubrimiento se realizaba según una trayectoria espiral, por lo que la carta Conclusión llevaba a un nuevo nivel en el camino, a un nuevo comienzo, con la entrada otra vez de El Loco.
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